Ambas obras incorporan en su composición elementos pequeños que a través de la repetición crean ritmos. En el caso de la Alhambra se observan figuras decorativas, mosaicos que son la base de su composición ornamental. En cambio, en la obra de Pijuan, el resultado es visualmente sencillo, ya que éste se centra en repetir un mismo elemento para crear una figura lineal.

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Se plantea al visitante hacer una composición artístico-plástica alrededor de las obras utilizando el mismo método que los artistas: un elemento pequeño y repetitivo, como los insectos, para darle continuidad y unión a ambas obras. Inicialmente se dibujaba en la pared directamente con lápices de grafito, ya que las obras están trabajadas sobre la escala de grises.

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La intervención fue evolucionando a medida que los visitantes iban colaborando y se puso en disposición de los participantes, el uso de pequeñas pegatinas derivadas de la obra de Joan Muñoz, la cual formaba parte de otra intervención en la exposición. El resultado fue una obra colectiva y progresiva por medio de elementos idénticos que crearon, mediante el ritmo y la repetición, una obra abstracta cercana a las obras iniciales.​

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