En esta obra de Saura, destaca la combinación y longitud de líneas negras y colores pastel, y las formas geométricas de trazo irregular. El conjunto se materializan en una figura abstracta.

Partiendo de esta premisa, se propuso a los participantes explorar las sensaciones estéticas de la obra, dejándose llevar por la abstracción de los trazos para crear una nueva figura a partir de un hilo negro, una piedra y unos lápices de colores. Mediante el hilo negro se emula el trazo irregular del dibujo, la piedra sirve de punto de partida del dibujo y le  otorga tridimensionalidad.

Intentando mantener los dibujos tal y como lo habían creado los propios participantes, se envasaron al vacío en una bolsa de plástico. En este proceso se simulan las texturas de la obra, creando rugosidad y brillo.

Todas las creaciones pasaron a formar parte de una instalación final en un mural colectivo, donde todas quedaron representadas.

 

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