La idea de esta acción se centra principalmente en conseguir que el visitante conecte con el tipo de trazo del artista, así como con la distribución de los colores o composición. Para la intervención se colocó la obra en un módulo blanco, quedando en el centro la pintura de Miró.

La figura negra de la obra queda como elemento nuclear y el fondo de la obra, compuesto por manchas de color rojas, amarillas, verdes y azules, se expande por todo el módulo a partir de las huellas de los visitantes que previamente han sumergido sus dedos en pinturas de estos cuatro colores.​

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